“¡Terroristas, quieren destruir nuestra democracia!, intolerantes, violentos, se niegan a dialogar!” Esas son algunos de los graznidos lanzados por los voceros y defensores del sistema dominante, enquistados en los medios de creación de opinión pública, después de las manifestaciones populares, liderizadas por los obreros de la construcción y apoyadas por importantes sectores del movimiento popular panameño.
Después de las manifestaciones, el gobierno nacional busco resolver el conflicto en torno al reglamento de seguridad en la construcción –en plazo muy breve- cuando originalmente habían anunciado que tomaría más de noventa días.
Hoy nos encontramos con que el gobierno remitió nota a la Defensoría del Pueblo, rechazando las nueve peticiones restantes presentadas por los obreros y haciendo un llamado a continuar las conversaciones en los engendros creados por ellos mismos: el Consejo de Concertación y la comisión tripartita. De esta forma buscan evadir el dialogo directo con las fuerzas beligerantes y representativas del movimiento obrero.
Con esta actitud, el gobierno demuestra que no tiene la mínima intención de encontrarle solución a los problemas del pueblo, expuestos por los obreros en sus peticiones. Las solicitudes rechazadas categóricamente por el gobierno van dirigidas a enfrentar el alto de costo de la vida, congelamiento de los productos de primera necesidad, fin de la represión brutal contra el pueblo, servicios de salud, educación y transporte público de calidad, la destitución de los responsables de los crímenes contra los líderes sindicales, en fin, justicia para el pueblo. Todas estas cosas son las que el gobierno torrijista se niega a debatir con el movimiento popular.
El gobierno se niega a dialogar de verdad, -directamente- porque sabe que de este dialogo se desprenderá que nunca ha tenido intenciones de resolver los problemas más sentidos del pueblo panameño, y que por el contrario, su prioridad es privilegiar al libre mercado capitalista y sus negocios comunes.
Envuelto en subterfugios y complicidades, buscan dirigir el debate hacia la vieja encerrona de los “diálogos del Yo con Yo”, con organizaciones que no son representativas, hacen el juego de la mayoría para imponer sus medidas antipopulares. Esos espacios, son su barniz de legitimidad.
Frente a esta sordera gubernamental, me pregunto, ¿dónde están los gritos de los medios, llamando al dialogo franco, a la paz y a la razón? Guardan silencio, cómplices, sólo muestran breves reportes del hecho, pero sus opiniones y sus exhortos se reservan para invocar las paz de los sepulcros.
No se engañen, el movimiento popular revolucionario en Panamá, como a quedado claro, no se detendrá por la represión brutal, menos por los tramposos llamados a dialogo del Estado burgués, reflejado en los consejos empresariales y sus medios de comunicación. Este pueblo está aprendiendo que por encima del “derecho al libre tránsito” existen muchos Derechos Humanos que son irrespetados cada día. La marcha hacia una nueva sociedad, ha iniciado.
Publicado en “Kaos en la Red”, el 27 de febrero de 2008
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