El mundo esta cambiando, el capitalismo ha demostrado ser un fracaso, la pregonada mano invisible de los mercados tuvo que ser rescata por el Estado y la avaricia de los banqueros fue premiada con los recursos de los contribuyentes, que pagan doblemente la crisis, perdiendo sus empleos, sus derechos laborales, sus pensiones, es decir, un siglo de conquistas sociales.
Por otra parte, el sistema esta dejando ver tras la avalancha de propaganda y control de los grandes medios de comunicación, que existe una incompatibilidad endémica entre el capitalismo y la democracia. Un día el Primer Ministro de Grecia anuncia que las medidas de austeridad (recortes sociales) serán sometidas a un Referendúm, lo que hace que el “mercado entre en pánico”. Al día siguiente los mercados demuestran quien es el que manda en esta democracia, el Primer Ministro Papandreu se retracta, anuncia que no habrá consulta popular, que el renunciará y que las medidas impopulares serán aplicadas por un nuevo gobierno.
O el caso de los integrantes del movimiento “Occupy Wall Street” que están siendo brutalmente reprimidos en la “tierra de la libertad”, desalojados de parques públicos en nombre de la higiene u otros pretextos nimios, para evitar que sigan siendo una denuncia permanente de que hay algo realmente perverso en este sistema, que premia a quienes roban millones y condena a los trabajadores a pagar la estafa.
América Latina ha evitado por el momento los fuertes impactos de la crisis, pero de extenderse en el tiempo sus efectos en Europa y EE.UU., es probable que los mismos se propaguen a estas tierras.
Pero más allá de lo que indique el P.I.B., en la realidad nacional se cierne una crisis inflacionaria importante que sufren los trabajadores que deben hacer milagros con salarios miserables que son muy inferiores al costo de la vida; a esto se suma el aumento de impuestos a pequeños comerciantes (impresora fiscal) o a los mismos consumidores (7%), todo esto en aras de sostener programas gubernamentales que no van a la raíz de problemas como la pobreza, la exclusión económica, social y jurídica sino que buscan crear y alimentar el clientelismo paternalista.
La crisis capitalista en las grandes potencias y la creciente exclusión social en nuestro país ponen de manifiesto que la democracia representativa, en coyunturas como las actuales, pierde toda su legitimidad popular pues no es posible afirmar que se es legítimo representante ante un pueblo que se ignora. Se ignora la voluntad, y más aún, los intereses de los pueblos.
La disconformidad e indignación social generada por esta situación de crisis no debe ser canalizada hacia unos partidos, de aparente oposición, que en sus estancias en el poder han contribuido a crear las actuales condiciones de exclusión y miseria.
El pueblo organizado debe plantearse la creación de espacios participativos, de eso se trata la democracia, de participar y decidir, no de delegar nuestro destino a una clase política, económica y social, que sin fisuras ha demostrado que su único objetivo es defender sus propios intereses, lo cual es natural, pero ya es hora de que los trabajadores también empecemos a pensar y actuar por nosotros mismos.
Publicado en "La Estrella de Panamá", el 26 de noviembre de 2011.
Comentarios
Publicar un comentario