Eran como sombras en la penumbra, caras de sueño, músculos rígidos y dormidos, unos se calzaban las botas de caucho, otros preparaban las herramientas filosas, listas para rasgar el suelo y recortar los frutos. Poco a poco los grupos se forman, unos hacia la huerta de verduras, otros, hacia los sembrados de yuca o frijoles. Salían en filas silenciosas que al pasar los minutos y el aparecer de la luz matinal recobraban la cotidianidad de las sonrisas y las anécdotas.
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