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Los Miedos de los Medios Privados en Panamá.



“Cuidado con esos grupos que andan por allí…”, nos advierten algunos periodistas, preocupados por el futuro de la democracia, si se dan dos situaciones que les quitan el sueño: 1. Que el PRD no supere la crisis interna que lo embarga, y, 2. Que el gobierno electo este año, deje insatisfecho a los votantes.


El origen de esta inquietud esta en las probables reformas electorales, que darían paso a que los sectores populares presenten sus propuestas, a unos torneos donde todos los que compiten tienen en esencia el mismo origen y los mismos fines.


Según la doctrina liberal, democracia es hacer elecciones en las cuales siempre gane la Derecha Política, donde la libertad de expresión este monopolizada por las empresas de comunicación y, sobre todo, donde haya libertad total para los intereses del capital, por lo tanto, toda la vida social se supedita a ellos.

Este es el concepto de democracia que difunden los voceros de la burguesía, muchos de ellos periodistas empleados de empresas capitalistas de la comunicación.   Y esto de decir que los medios de comunicación son una empresa capitalista no es –aunque parezca- una apreciación panfletaria, es una categorización necesaria para no perder de vista, que la llamada objetividad periodística es cuando mucho, una especie en extinción, cuando no un mito.

Las ideas expresadas mediante la ideología liberal, no son más que la viva expresión de las ideas conservadoras que se puede sintetizar en esta frase: “cada uno ocupe su lugar en la sociedad, los ricos al poder, los trabajadores a trabajar.”   Esto es lo que está tras las preocupaciones de esos desinteresados moderadores que llaman a la unidad dentro del PRD, al gobierno a cumplir por lo menos con las promesas más populistas de su programa y en caso de que ambas fallen, claman alerta al ciudadano desde sus micrófonos y sus plumas, para que estén atentos a los que a través de medios democráticos, quieren destruir la democracia.

Claro está, para ellos democracia es sólo la libertad de hacer negocios, nada tiene que ver con la participación activa y libre de los millones de marginados que produce el sistema que los enriquece.   Participación que debe ir mucho más allá de votar y que incluye la posibilidad de elegir sus gobernantes dentro del segmento mayoritario de esa mayoría, la clase trabajadora.

Esos periodistas adalides de la democracia burguesa, ¿están dispuestos a mantener su imparcialidad durante unas elecciones en las cuales participen los trabajadores con una candidatura propia?   Evidentemente no, desde ahora están tomando partido, nerviosos y asustadizos del sólo hecho que la Izquierda Política compita contra ellos en el espacio electoral.

Una democracia sin pueblo, con la alternancia electoral de la derecha política, tal como hemos vivido durante toda nuestra historia republicana, es el ideal retrogrado de los defensores de nuestra democracia burguesa.

Un sistema que mantenga el mismo discurso con distintas palabras, desde la centro izquierda que como aspiración más profunda, sólo desea administrar y oxigenar el Estado capitalista; hasta la derecha en todas sus tendencias, que busca profundizar el dominio de la burguesía.

La hipotética victoria de la clase popular en las elecciones, de ninguna forma significa la llegada de esa clase al poder.   Debemos luchar por una democracia con pueblo, una democracia popular y para lograr este objetivo, es necesario desde ya, emprender la lucha por la democratización de los medios de comunicación social.

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