Mírate, tirado en la puerta desprovisto de seguridades al filo de la soga y las cenizas en carrera frenética en calle sin salida ni retornos pobre de abrazos y futuro la parte derecha de tu rostro es como un piano en despedida. Mírate, dando vueltas en el balcón dos curiosos esperan que caigas y que en un impacto de polvo des silencio a tu pulso bullicioso o en la mesa de tu cuartucho la frente clavada, palabras secas piececitas de rompecabezas repetidas con torpe entusiasmo ¡despierta!, la sangre que quieres está en la calle que miras absorto no en el papel que hieren tus trazos siempre crudos. Mírate, mientras dibujas un adiós sobre un panfleto que quiso arder en esta madrugada que espera una guitarra rugosa, un machete rítmico un canto que quiso ser y será. Mírate, donde nadie te ha podido ver recostado en las ruinas de tu raíz revolviendo la tierra sin placer tomando las letras, mutilándolas, cerrando el acertijo de
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