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Mostrando entradas de febrero, 2013

(autorretrato)

Mírate, tirado en la puerta desprovisto de seguridades al filo de la soga y las cenizas en carrera frenética en calle sin salida ni retornos pobre de abrazos y futuro la parte derecha de tu rostro es como un piano en despedida. Mírate, dando vueltas en el balcón dos curiosos esperan que caigas y que en un impacto de polvo des silencio a tu pulso bullicioso o en la mesa de tu cuartucho la frente clavada, palabras secas piececitas de rompecabezas repetidas con torpe entusiasmo ¡despierta!, la sangre que quieres está en la calle que miras absorto no en el papel que hieren tus trazos siempre crudos. Mírate, mientras dibujas un adiós sobre un panfleto que quiso arder en esta madrugada que espera una guitarra rugosa, un machete rítmico un canto que quiso ser y será. Mírate, donde nadie te ha podido ver recostado en las ruinas de tu raíz revolviendo la tierra sin placer tomando las letras, mutilándolas, cerrando el acertijo de

Segundo deseo

Quiero decir que mi cabeza late como reloj barato mientras repaso las tres filas de sillas marrones que me separan de aquel amanecer de versos envuelto en un miedo que odio con vómito y lágrimas. Quiero decir que mi boca está seca de sábados azules todos los días están vestidos de facturas desgraciadas con perros desafinados que ladran sin razón dispersados por mi tristeza a puteadas, a golpes, a tiros. Quiero decir que aborrezco el vuelo de la mosca y al minutero que muerde juicioso mis deseos que borraré en una orgía de fuego los protocolos de la cordura culpable de las rasgaduras de mi lento verbo cuadriculado. Quiero decir que su mirada fue un destello un canto de aroma suave sobre su nuca un abrazo de cartas desconocidas letras famélicas que siempre dicen adiós. - Luis Calvo Rodríguez , del poemario “Amanecer de madera” , Tercer Lugar del Concurso Nacional de Poesía León A. Soto 2012, Municipio de Panamá.

La táctica del momento.

Una propuesta política alternativa, que no incorporé perspectivas de clase y género, está condenada desde su nacimiento, a ser una propuesta funcional, útil o servil a los intereses de las clases dominantes. Desde los medios proclives al sistema, la educación oficial o los defensores oficiosos del status quo, se nos llama desfasados, trasnochados, extemporáneos, por insistir en afirmar que existe lo que existe: vivimos en una sociedad dividida en clases, donde unos pocos lo tienen todo, mientras otros tantos trabajamos para que ellos sigan saciados, ambiciosos, elitistas; donde las clases, al estar situadas en posiciones distintas de la sociedad, con intereses distintos e irreconciliables, a partir de su relación con los medios de producción, se encuentran en permanente lucha, como placas tectónicas que chocan constantemente, lucha a veces desatada abiertamente y sin reparos, pero que la mayoría del tiempo es solapada y silenciosa, un rumor de calle que va y viene.